Alta capacidade e disincronías. Flexibilizamos?





¡Porque no son perfectos en todo!

El hecho de que algunos alumnos con alta capacidad no muestren un alto rendimiento académico es una cuestión que suele dejar perplejos a padres y maestros. La respuesta siempre es la misma. Estos niños no encuentran en el sistema educativo ordinario respuestas a sus necesidades educativas especiales.

Entre las causas de este bajo rendimiento escolar nos encontramos con tres factores principales: La falta de motivación, los problemas emocionales y la inadaptación social.

La falta de motivación provocada por un currículum que no está adaptado al nivel de exigencia de aprendizaje del niño, por tanto se aburre en clase, se fatiga debido a la rutina de las actividades escolares, se distraen con facilidad ya que no es de interés la actividad que realizan en clase y no satisfacen su creatividad.

Los problemas emocionales. Este alumnado tiene gran sensibilidad hacia los sentimientos propios y hacia los sentimientos de los otros, tienen mayor empatía y sensibilidad ante los demás, esta intensidad emocional hace que se involucren personalmente en diferentes situaciones personales y sociales, lo que resulta extraño y provoca rechazo ante los demás.

La dificultad para relacionarse entre pares intelectuales que comparta intereses y juegos y expectativas sobre la amistad, junto con un entorno que no promueve la excelencia y les hace sentir diferentes o extraños por sobresalir, genera una estrategia de mimetización por la que intentan adaptarse a lo que les rodea para no sentirse diferentes, una manera de hacerlo es no destacando sobre el resto, para evitar el aislamiento.

Procesan mayor cantidad de datos en menos tiempo y su elevada capacidad para relacionar conceptos, les lleva a conclusiones que chocan en un sistema de respuesta única y limitada al curriculum pre-establecido por edad. Su elevada curiosidad les lleva a cuestionarse las premisas que el maestro proporciona en el aula, su mente viaja interrelacionando conceptos, asignaturas y conocimiento. En estas circunstancias y, cuando la escuela no esta formada y preparada para canalizar este potencial, el niño no encuentra la forma de desplegar su capacidad y destacar en ejercicios memorísticos de respuesta única.

Pero un apartado importante son también lo que Terrasier definió como “disincronias”. La disincronía no es una deficiencia o una enfermedad, tan sólo pone nombre al  desequilibrio que a veces se produce en los niños, especialmente en los niños de alta capacidad, por el hecho de que su desarrollo cognitivo o emocional corresponde a un nivel de madurez superior a, por ejemplo, su desarrollo  psicomotriz, verbal o afectivo.

Se conoce también la disincronía externa o social, latente cuando no hay un equilibrio entre el propio niño y el entorno. Esta disincronía se produce en la escuela o en casa cuando los estímulos no satisfacen las necesidades del niño.

El hecho de que algunos niños no muestren un desarrollo sincrónico en todas sus habilidades, o que su desarrollo físico o psicomotor no acompañe su desarrollo intelectual, viene a reforzar lo que la investigación internacional expone desde los últimos 15 años :
  • Las altas capacidades no son una cuestión de ser o no ser, sino un proceso en desarrollo.
  • El niño de alta capacidad es aquel que destaca en una o más áreas, pero no necesariamente, en todas las áreas.
  • El potencial debe ser trabajado y acompañado por los educadores, para lograr que cristalice en talento y el niño se convierta en un adulto equilibrado”.

Así Terrasier nos habla de las siguientes:

DISINCRONÍAS INTERNAS

  • Disincronía intelectual-psicomotora: Los niños no poseen la misma precocidad en el plano psicomotor que en el plano intelectual. A pesar de que pueden caminar y leer antes de tiempo, dominan un amplio vocabulario y son capaces de comprender explicaciones complejas para su edad, muestran dificultad a nivel de la escritura y son incapaces de seguir el ritmo de la programación mental. Su desarrollo motor no le permite escribir aunque en su intelecto ya tiene las capacidades para hacerlo, provocando un parón hasta que el desarrollo motor del niño le permite escribir. (La mano no sigue a la mente).

  • Disincronía entre el lenguaje y el pensamiento: La capacidad de razonamiento va por delante de la capacidad de lenguaje en el niño de altas capacidades, entienden más de lo que saben expresar verbalmente o no tienen aún capacidad para controlar la velocidad de su pensamiento y la cantidad de ideas u opciones de respuesta que su mente genera. Pueden expresarse peor que un niño que se ha esforzado en memorizar los contenidos. (La lengua no sigue a la mente).

  • Disincronía entre los diferentes sectores del desarrollo intelectualEsta disincronía se manifiesta, por ejemplo, en la diferencia de puntuaciones en tests que evalúan las adquisiciones verbales y tests que evalúan la capacidad de razonamiento, de manera que la mayoría de las veces se comprueba que la edad mental relativa a las adquisiciones verbales es menor que la relativa al razonamiento (verbal y no verbal). Esto es porque las pruebas de razonamiento miden más el pensamiento inteligente mientras las pruebas de adquisición miden más un saber. Por otro lado, esta diferencia de resultados se debe, en parte, a que la educación formal estándar no permite a estos niños utilizar normalmente su potencial, lo que lleva a la conclusión de que un entorno escolar mediocre tiende a desarrollar este aspecto de la disincronía interna del niño.

  • Disincronía afectivo-intelectual: Hace referencia al desfase entre el desarrollo intelectual y emocional o afectivo. Su capacidad perceptiva y para relacionar conceptos les proporciona información que no pueden procesar adecuadamente por su corta edad. Este desfase puede llevar al niño a adoptar comportamientos que escondan su inmadurez, aunque siempre hay momentos en los que ésta se pone de relieve, como por la noche, cuando la ansiedad y los miedos suelen aparecer. Algunos padres tienen serias dificultades a la hora de aceptar el verdadero desarrollo emocional de su hijo superdotado y, para el niño, tampoco es fácil, ya que su alta capacidad le permite el acceso a informaciones que su inmadurez afectiva no sabe asimilar. Cuando no puede gestionar o elaborar las sensaciones y emociones, entra en juego de forma preferente, aunque no de forma única, el mecanismo de la intelectualización, que las reprime con un discurso frío y racional. Por tanto, hay que esforzarse en permitir a estos niños expresar sus sentimientos, sus placeres y disgustos, sus vergüenzas y sus furias; hay que permitirles equivocarse, fallar, enfrentarse a dificultades… y enseñarles a hacerles frente de forma adecuada. (el corazón no sigue a la mente).

DISINCRONIAS SOCIALES

  • Disincronía socialResulta del desfase entre la pauta interna del desarrollo del alumnado de altas capacidades y la norma social adecuada a la infancia. Cuando el niño tiene que adaptarse a la norma única del sistema educativo escolar, le provoca un fracaso escolar paradójico. Se espera que tengan un “comportamiento normal” tanto por parte de sus padres como de sus compañeros. El niño propone juegos que sus compañeros no siguen, no entienden o no les divierte, los encuentran complejos o con demasiadas normas. (sus amigos y sus juegos no están a la altura de su mente).

  • Disincronía niño-escuela: Desfase entre la rapidez del desarrollo mental del niño superdotado y la velocidad media de desarrollo por la que se rige el sistema educativo. Si en el aula no hay otros niños con los que compartir intereses, presentan dificultades en su desarrollo, dificultades de relación y dificultades de identificación con sus compañeros. Si no se desarrolla en un ambiente enriquecedor, estos alumnos ven sus aptitudes no valoradas, no exigidas, no utilizadas ni desarrolladas. Como reacción a esta situación, el niño se volverá distraído para defenderse del aburrimiento generado por un ambiente tan poco estimulante. En consecuencia, el niño (mientras continúe interesándose en las actividades escolares) podrá obtener éxito frente a problemas complejos (y estimulantes) pero enfrentarse con una actitud superficial y equivocarse tontamente frente a tareas sencillas, repetitivas y poco motivadoras. (La escuela no sigue a la mente).

  • Disincronía familiar: Los padres son los primeros que reconocen las altas capacidades de sus hijos, pero al mismo tiempo quieren que éstos se ajusten a la norma. Muchos nos saben responder a la curiosidad de conocimiento de sus hijos, cosa que se complica más en un ambiente familiar con un estatus cultural bajo provocando  que el niño prefiera ajustarse a las capacidades de la familia y evitar sentimiento de culpa. En estos casos, la familia no proporciona al niño un lenguaje y un pensamiento organizados de forma satisfactoria para él, ni tampoco modelos adecuados para construir su identidad. (La familia no sigue a la mente).

  • Disincronía niño-compañeros: La disincronía entre la edad mental y la edad real implica que estos niños no encontrarán en los compañeros de su edad una compañía intelectualmente interesante ni estimulante. Por otro lado, pueden sentirse desplazados físicamente en compañía de niños mayores, lo que les llevará, finalmente, a buscar niños de su edad para jugar, o a no jugar a determinados juegos. Poder entablar relaciones con otros niños de alta capacidad suele ser positivo para ellos y les permite aceptarse mejor. Un estudio realizado en el contexto de la escuela primaria norteamericana mostró que el niño de alta capacidad se desinteresaba del colegio cuando no había otro niño de similares características en su clase, y que menos del treinta por ciento de estos niños tenían un rendimiento escolar de acuerdo a sus posibilidades. Si pueden, son niños que suelen buscar el diálogo con el adulto y, a veces, se vuelven ávidos lectores, ya que los libros les permiten ir a su propio ritmo y les ofrecen la oportunidad de profundizar en temas de su interés. (Esta manía de agrupar por edad).

En conclusión, un buen sistema educativo debe poseer las herramientas diagnósticas adecuadas para identificar al alumnado con altas capacidades y proveerles de los apoyos y adaptaciones necesarias para desarrollar su potencial. El seguimiento del progreso de este alumnado es fundamental, y es tan importante fomentar el trabajo de su potencial intelectual como desarrollar el aprendizaje de su inteligencia emocional. Las herramientas de evaluación deben servirnos para entender mejor las fortalezas del niño (para potenciarlas y enriquecerlas) y sus debilidades (para entenderlas, trabajarlas y desarrollarlas).

En este sentido, y tal como reclaman los investigadores internacionales, la medida del CI, por cuanto no tiene en cuenta todos estos factores, no puede ser usada como un punto de corte para determinar que niño “es” y cuál “no es”, sin atender al proceso madurativo y de desarrollo inherente al concepto de infancia.

Entender al niño como un conjunto de capacidades, habilidades en desarrollo, emociones, personalidad, desarrollo físico y entorno, permiten a la escuela y a la familia dar una respuesta eficaz a sus necesidades. Por el contrario, empeñarse en buscar niños perfectos, con un desarrollo armónico en todas las áreas y aspectos, no sólo esta lejos de la investigación científica sobre la alta capacidad, sino que lleva a la injusticia de dejarse en el camino a un gran porcentaje de niños que requieren una respuesta educativa diferenciada, y día a día se le esta negando en las escuelas.


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