“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus
palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque
convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu
destino.” Mahatma Gandhi
Si cambiar un hábito es la clave de nuestro destino, parece algo tan
importante que podría resultar difícil de cambiar o adquirir. Pero todo lo
contrario. Se necesitan sólo dos cosas: elegir un cambio que sea coherente
con tu escala de valores, y entrenarlo 66 horas hasta que se
convierta en un hábito.
Nada es “obligatoriamente” para siempre, ni siquiera lo que eligió
como amigos, afición, profesión o lugar de residencia. La idea de que podemos
ser quien deseemos, practicar nuevos deportes, aprender otras culturas, probar
todas las gastronomías, tener otros círculos de amigos…, convierte una vida
estática en otra rica en oportunidades y variedad.
Nuestro comportamiento está regido por actitudes y decisiones tomadas con anterioridad por
nosotros mismos, por eso actividades cotidianas como caminar, hablar, comer,
reír, escribir, son parte de los hábitos que el cuerpo y la mente han
aprendido como mecanismo de reacción automática, son cosas que ya pensaste y
que el cuerpo se acostumbra a realizarlas de la misma forma, sin embargo no
quiere decir que no se puedan cambiar, sólo hay que reprogramar.
La ciencia lo tiene claro: el cerebro es plástico. Las personas evolucionamos, deseamos cambiar, crecer interiormente, y estamos capacitadas para ello. Atrás quedaron las teorías sobre la muerte de neuronas y los procesos cognitivos degenerativos. Hoy sabemos que las neuronas generan nuevas conexiones que permiten estar aprendiendo hasta el día que morimos. La plasticidad cerebral ha demostrado que el cerebro es una esponja, moldeable, y que continuamente vamos reconfigurando nuestro mapa cerebral.
El propio interés por querer cambiar de hábitos, la actitud y motivación,
así como salir de la zona confortable, invitan al cerebro a una reorganización
constante. Este proceso está presente siempre en las personas, desde el
nacimiento hasta la muerte.
Cambiar de hábitos es un complicado reto para muchos. No porque sea
difícil, sino porque no le damos el espacio suficiente para convertirlo en
hábito. ¿No le ha ocurrido alguna vez que al iniciar una dieta, las primeras
semanas son más difíciles de encauzar que cuando lleva ya una temporada? Se
debe a este proceso. Al principio tu cerebro le
recuerda lo que tiene automatizado, la costumbre de picotear, comer dulce o
no practicar ejercicio, hasta que se “educa” y termina adquiriendo las nuevas
reglas y formas de comportarse con la comida.
“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio
cerebro” Santiago Ramón y Cajal.
La neurogénesis es el proceso por el que se generan nuevas neuronas. Una de
las actividades que retrasan el envejecimiento del cerebro es la actividad
física. Sí, no solo debe practicar ejercicio por los beneficios emocionales
como el bienestar y la reducción de la ansiedad, o por verse más atractivo y
fuerte, sino porque su cerebro se mantendrá joven durante más tiempo. Un
estudio del doctor Kwok Fai-so, de la Universidad de Hong Kong, correlacionó el
running con la neurogénesis. El ejercicio ayuda a la división de células
madres, que son las que dan lugar a la aparición de nuevas células nerviosas.
Existen otras prácticas como la meditación, el tipo de alimentación o la
actividad sexual que también favorecen la creación de nuevas células nerviosas.
Existe en la sociedad cierta confusión conceptual en cuanto a lo que
concierne el hábito y la disciplina. Es fácil escuchar exclamaciones tales
como: ¡Qué suerte tienes por ser tan disciplinado!, ¡Ojalá
tuviera tu fuerza de voluntad!, ¡Si yo hubiera nacido con ella otro gallo
cantaría! Detrás de tales afirmaciones subyace un desconcierto primario acerca
de lo que la disciplina representa.
Aquellas personas que parecen disciplinadas, aquellas que consiguen
levantarse a horas impensables, hacer deporte ya esté nevando o se acerque el huracán
Katrina o sobreponerse a las frecuentes tentaciones a las que nos expone la
sociedad quizás no sean tan disciplinados como solemos pensar.
La disciplina y su hermana gemela la fuerza de voluntad son rasgos
conductuales humanos que nos permiten modelar nuestro curso de acción desoyendo
la recompensación inmediata en pos de una gratificación mayor futura.
Dado que la reorganización cerebral se estimula a lo largo de toda la vida,
no hay una sola etapa de las personas en la que no podamos aprender algo nuevo.
La edad de jubilación no marca un declive, ni cumplir 40 o 50 años debería ser
deprimente. Todo aquel que tenga interés y actitud en algo está de enhorabuena,
podrá aprender, entrenar y convertirse en experto independientemente de la
edad. No hay límite de edad ni de tiempo para el saber.
No deje que su edad le limite cuando su cerebro está preparado para todo.
La mente está constantemente renovándose gracias a la plasticidad neuronal.
Fonte: muhimu
Hasta hace poco se pensaba que modificar y automatizar un hábito requería
21 días. ¡Demasiado optimismo! Un estudio reciente de Jane Wardle, del
University College de Londres, publicado enEuropean Journal of Social
Psychology, afirma que para convertir un nuevo objetivo o actividad en algo
automático, de tal forma que no tengamos que tirar de fuerza de voluntad,
necesitamos 66 horas.
Somos capaces de aprender, entrenar y modificar lo que elijamos y deseemos.
El número de días es relativo. Depende de factores como la insistencia,
perseverancia, habilidades, de las variables psicológicas de la personalidad y
del interés. ¿Qué son dos meses en el ciclo de nuestra vida? Nada. Se necesita
ese tiempo para ser capaces de dar el cambio que deseamos. Y esto nos hace
libres y poderosos.
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