Este es el título del libro que publicó el que ha sido por
muchos años juez de familia de Malaga, José Luis Utrera.
Trata los aspectos legales y psicológicos del divorcio con
una visión práctica, señalando no sólo lo que dice la ley, sino también cómo
se resuelven las cuestiones más habituales en juzgados y tribunales.
El objetivo de este libro lo explica así: «La finalidad de
esta Guía es ayudar a que las personas que deben transitar por una situación
de ruptura familiar lo hagan de la mejor forma posible para ellas y sobre todo
para sus hijos. …lo malo no es divorciarse sino divorciarse mal. Por eso, se
ofrece una visión básica de los aspectos jurídicos y psicológicos más
relevantes del divorcio.
Aquí se encontrará algunas recomendaciones de tipo jurídico
que pueden evitarle algunos “daños colaterales” frecuentes, pero no
necesariamente inevitables, en este tipo de procesos judiciales. La perspectiva
psicológica aborda las cuestiones más habituales que suelen aparecer en este
tipo de conflictos.
Su contenido es plenamente aplicable a la separación y a la
ruptura de parejas no casadas con hijos menores (parejas de hecho), realizándose
a lo largo de sus capítulos las matizaciones necesarias que requieren esos
supuestos.»
El libro termina con el Decálogo del Buen
Divorcio elaborado por los profesionales de los Juzgados de
Familia de Málaga, que reproducimos a continuación.
1.ª El divorcio es algo más que un proceso legal
Toda ruptura familiar conlleva además de un proceso legal, un proceso
emocional, personal y psicológico que viven tanto los adultos como los hijos/as
de la pareja. El Juez y los abogados sólo le resolverán las cuestiones legales,
pero no las emocionales y afectivas. Ese proceso emocional no acaba con el
dictado de la sentencia, pues necesita un tiempo para ser superado, siendo
frecuente que tras el proceso judicial surjan episodios de tensión entre los
adultos y de éstos con los hijos/as.
2.ª El problema no es el divorcio, sino el “mal divorcio”
La ruptura de la relación entre la pareja no debería ser perjudicial para los
hijos/as. Es la mala manera de desarrollar esa ruptura de pareja lo que acarrea
consecuencias negativas para los niños/as. Los hijos/as pueden superar la
situación si sus progenitores cooperan entre sí para llevarla a cabo de forma
no traumática.
3.ª De común acuerdo todos ganan
Las rupturas familiares en las que no existe acuerdo se centran en las críticas
mutuas y aumentan las tensiones entre los progenitores y demás miembros del
núcleo familiar, pues se basan en la búsqueda de un culpable. En cambio, las
rupturas de mutuo acuerdo favorecen el clima de diálogo entre los progenitores
y generan un ambiente más favorable a las relaciones de los hijos/as con éstos,
pues miran al futuro, facilitando que cada uno asuma mejor su nueva situación.
4.ª Se separan los padres, no los hijos/as
La separación, el divorcio o la ruptura de una pareja de hecho supone la
desaparición de un vínculo entre los adultos, iniciándose otro tipo de relación
familiar entre padres-madres e hijos/as. Procure que sus hijos/as mantengan una
buena relación con el otro progenitor.
5.ª La separación no supone la pérdida de ninguno de los progenitores
Ambos progenitores, a ser posible conjuntamente, deben explicar a sus hijos/as,
de manera que puedan entenderlo, que se van a separar o divorciar. Esta
información debe transmitirse en un clima de coherencia, confianza y cariño,
pero sin alentar falsas expectativas de reconciliación. Deben asegurar a sus
hijos/as que seguirán siendo queridos (evitar sentimiento de abandono), que no
son culpables de nada (evitar sentimiento de culpa) y que ambos progenitores
van a seguir ocupándose de sus vidas.
6.ª Los hijos/as no son propiedad exclusiva del padre o de la madre
Aunque se haya conferido la guarda y custodia de los menores a uno solo de los
progenitores, ambos continúan siendo imprescindibles para el crecimiento y
maduración de los hijos/as y la ausencia de cualquiera de ellos supone la falta
de un soporte afectivo fundamental para su desarrollo. Las actitudes de
“posesión” sobre los hijos/as que excluyen al otro progenitor perjudican
gravemente a los menores. Han de evitarse también actitudes que impliquen
despreciar, minusvalorar o desautorizar al otro progenitor.
7.ª El divorcio no pone fin a las obligaciones compartidas con respecto a los hijos/as
Tras el divorcio el padre y la madre deben seguir manteniendo un diálogo lo más
fluido posible sobre todas las cuestiones que afecten a los hijos/as. El
cuidado diario de los menores requiere una organización y distribución de
tiempo y, aunque el ejercicio de la guarda y custodia lo lleve a cabo
principalmente uno de los progenitores, ambos continúan siendo responsables al
compartir la patria potestad. Ello significa que como progenitores tienen la
obligación de consultarse y comunicarse de manera honesta, fluida, abierta y
regular las decisiones importantes en relación a la educación, desarrollo
físico, intelectual, afectivo-emocional de sus hijos/as. Deben evitarse las
discrepancias y contradicciones educativas para evitar chantajes emocionales,
alianzas y manipulaciones de los hijos/as.
8.ª Lo importante es la calidad de la relación con los hijos/as
La relación de los hijos/as con el progenitor con el que no conviven
habitualmente ha de ser periódica, constante y gratificante. Es un derecho de
su hijo/a. La obstaculización, interrupción e inconstancia en el régimen de
relaciones repercute negativamente en la estabilidad emocional de los hijos/as
y les genera graves perjuicios psicológicos.
9.ª No utilizar a los hijos/as
Aunque la relación de los adultos o su ruptura haya sido extremadamente
dificultosa a nivel emocional se debe dar prioridad a las necesidades de los
hijos/as. No utilice a sus hijos/as en el conflicto que le pueda enfrentar con
su cónyuge o conviviente, ni canalice a través de los menores las tensiones que
la ruptura le genere a usted.
10.ª Facilitar la adaptación del menor a las nuevas parejas
Es frecuente que tras la ruptura uno o ambos progenitores rehagan su vida
sentimental con otra persona. La introducción de esa tercera persona en la vida
de los hijos/as ha de hacerse con tacto, y progresivamente, a ser posible
cuando la relación esté suficientemente consolidada. Debe dejarse bien claro al
niño/a que ello no supone renunciar a su padre y/o madre.
Conclusión
Toda ruptura con enfrentamientos graves entre los progenitores es vivida por
los hijos/as de forma traumática y como una pérdida, dejando huella en su
desarrollo.
Por ello es muy conveniente que en todas las rupturas de pareja antes de iniciar un proceso judicial contencioso se agoten siempre las posibilidades de acuerdo entre las partes, intentándolo bien por sí mismas, bien por mediación de sus letrados, o de otros profesionales (mediadores familiares). A través de la Mediación Familiar ustedes y sus hijos/as pueden obtener una respuesta más satisfactoria a su nueva situación familiar.
Recomendaciones
Lo que más beneficia a sus hijos/as (y que usted debe fomentar)
* Su comportamiento, actitud y valores como progenitores son
un modelo de aprendizaje para sus hijos/as que tratarán de imitar.
* Si dialogan entre ustedes sus hijos/as serán dialogantes. Si fomentan
su conflicto sus hijos/as probablemente serán conflictivos.
* Favorecer la relación de su hijo/a con cada uno de ustedes.
* Utilizar el diálogo y la comunicación entre los progenitores.
* Mantener la coherencia, complicidad y unidad en los criterios
educativos a seguir, independientemente de con quién se encuentre el/la menor.
* Transmitir a sus hijos/as cualidades positivas del otro progenitor.
* Los adultos deben tomar siempre las decisiones y no delegar en los hijos/as.
* Escuchar y comprender las protestas y sentimientos de sus hijos/as.
* Fomentar las relaciones del menor con los demás miembros del grupo familiar:
abuelos, tíos, primos.
Lo que más perjudica a sus hijos/as (y que usted debe evitar)
* Creer que la sentencia judicial pone fin al conflicto
familiar.
* Implicar a los/las menores en el proceso judicial.
* Delegar en ellos la toma de decisiones.
* Pelear, discutir y organizar escenas emocionales (llantos) o violentas
(gritos) delante de ellos.
* Criticar al otro, padre o madre, o alejarlos de él/ella o dificultar su
relación.
* Presionar a los niños/as en busca de información.
* Mandar mensajes a través de ellos.
* Situarlos en medio del conflicto: utilizarlos como pretexto, como arma
arrojadiza, obligarles a tomar partido (aunque sea indirectamente).
Fonte: MZUNGU