#Pedagogíainclusiva ¿Y si
redefinimos el papel del maestro de Pedagogía Terapéutica?
Ayer tuvimos acceso a una genial
entrada que mi amiga @mariafotografa7 publicaba
en su blog y que tituló "Cambiando
la #pedagogíaterapéutica por la #pedagogíainclusiva ¿te animas?".
Me gustó mucho esta reflexión
sobre el antiguo y siempre mal utilizado término de pedagogía terapéutica para
designar a los maestros que trabajan con los alumnos con necesidad específica
de apoyo educativo.
Terapia significa tratamiento, y
siempre se ha vinculado con alguna enfermedad. En mi opinión nuestros alumnos
no tienen, en su mayor parte, una enfermedad sino una condición. El síndrome de
Down, Rett, TDAH,... no pueden ser denominadas como enfermedades en tanto en
cuanto el niño en cuestión no está enfermo, sino que ha nacido con una serie de
peculiaridades que van a aparejadas a su condición de persona.
El término Pedagogía
Terapéutica tendríamos que examinarlo para darnos cuenta de que en sí
determina un modo de educar mediante tratamientos específicos a alumnos
enfermos de alguna patología.
Quizás en los años 80, como cita
nuestra amiga María Eugenia en su entrada, pudiese tener algún sentido, aunque
sigo sin verlo, pero en la era en la que vivimos, donde se admite que la
integración no es la fórmula, y donde se admite que la diferencia es inherente
a cualquier ser humano, no creo que este término siga teniendo ningún sentido.
Por eso hice mía la denominación de Maestro de Pedagogía Inclusiva, mucho más
acorde con lo que pretendemos que sea la educación del mañana.
No obstante, redefinir el término
no sería suficiente si no redefinimos también todo lo que rodea a este perfil
profesional. Para ello fijamos seis premisas que debería cumplir.
1. Establecer estrategias
para la inclusión de los acneae. Este nuevo rol de maestro debe
favorecer que la inclusión sea una realidad, y para ello debe buscar las
estrategias más adecuadas para que el alumno participe en la dinámica general
del aula, y el profesorado las aplique para cada uno de los alumnos de su
clase. Se trata de buscar las tareas que se ajusten a las capacidades de cada
alumno.
2. Apoyar dentro del aula
ordinaria. El papel del maestro de pedagogía inclusiva debe
consistir en entrar en el aula ordinaria y apoyar en el proceso de
participación del alumnado. Principalmente apoyar al profesorado en su tarea
inclusora, al alumnado del grupo clase para que sepan cómo participar con los
acneae, y al acneae para que sepa seguir el ritmo de la clase.
3. El
acneae lo es del aula ordinaria, no del aula de Apoyo. Esta premisa es
fundamental para establecer una adecuada inclusión educativa de los mismos. Si
consideramos que el alumno con necesidades es un alumno más del aula, con los
mismos derechos y con las mismas obligaciones, con diferentes capacidades
(posibilidades y limitaciones), no tendríamos que plantearnos el elaborar una
propuesta curricular diferente para ellos.
4. Adaptar el
currículo del grupo ordinario. Jamás se producirá la inclusión si el
acneae trabaja con una propuesta didáctica diferente a la de sus compañeros. La
propuesta debe ser la misma, y a partir de aquí, el maestro de pedagogía
inclusiva y el tutor del aula, de forma conjunta, deben buscar las adaptaciones
que se ajusten a sus capacidades.
5. Aula de apoyo a la
Inclusión como complemento a la atención en el aula ordinaria. El
maestro de pedagogía inclusiva sólo debería plantearse el trabajo en este aula
cuando se entienda éste como una ayuda personal y necesaria que permita al
acneae acceder al currículo. Sólo así podremos entender que nuestra aula pase a
ser denominada como "Aula de Apoyo a la Inclusión."
6. Propiciar el aprendizaje
colaborativo, el ABP y el uso de las TACs. El nuevo rol del
maestro de pedagogía inclusiva debe tener presente y claro que estas
estrategias metodológicas basadas en la colaboración, el trabajo en equipo, la
enseñanza multinivel y el aprendizaje basado en proyectos o problemas propicia
de manera especial la inclusión del acneae, y la atención a la diversidad en
general. Todo ello sin olvidarnos de que las Tecnologías del Aprendizaje y el
Conocimiento (TAC), con las oportunas adaptaciones que debemos conocer, son la llave
para la participación efectiva de nuestro alumnado.
Aunque todo esto sólo es mi
opinión personal, os animo a reflexionarlo y a propiciar una campaña con el
hashtag#pedagogíainclusiva para
que nos cambien este anticuado e inapropiado nombre de nuestro perfil docente.