A sobreestimulación nos nenos provoca estrés e problemas
de atención.
A Academia Americana de Pediatría recomenda que os nenos
menores de 2 anos eviten por completo pasar tempo diante dunha pantalla e limitar o tempo a 1 ou 2 horas ao día para nenos e adolescentes. A maiores
doses, os problemas de atención están asegurados.
Fonte: Ana Torres Jack
Tres horas al día de ‘sofá y tele’ pueden dañar la capacidad intelectual
¿La caja tonta atonta?
¿Es el sillón-ball un deporte de riesgo para el cerebro? Hasta
ahora, la vida sedentaria asociada al consumo de muchas horas de televisión se
relacionaba con problemas de salud de la misma gravedad que la adicción al tabaco. Pero puede que
abusar del sofá no solo esté dañando nuestros corazones sino también nuestra
materia gris, según un estudio que acaba de dar un paso importante para asociar
estos malos hábitos con la pérdida de capacidad intelectual. En unos tiempos en
los que se empiezan a plantear los problemas que puedan causar
tabletas y móviles, conviene no olvidar que los españoles, por ejemplo, pasan cuatro horas de media al día frente al televisor.
"Bajos niveles de actividad
física y altos niveles de consumo de televisión durante la juventud y la edad
adulta se asocian con peor rendimiento cognitivo al llegar a la mediana
edad", concluyen los autores del estudio. En particular, estos comportamientos
se asocian con tener una velocidad de procesamiento de información más lenta y
pero capacidad cognitiva como podría ser memorizar un teléfono o seguir el hilo
de una conversación con distracciones. Comparados con otros sujetos que sí eran
activos y veían poca televisión, los más sedentarios tenían hasta el doble de
posibilidades de obtener resultados pobres en distintas pruebas para medir el
estado de forma del cerebro.
Los investigadores, de varias universidades e instituciones estadounidenses,
han seguido la evolución de más de 3.200 adultos durante 25 años (entre 1985 y
2011) para ver cómo les afectaba el alto consumo de televisión y la práctica
ausencia de actividad física. Si bien la suma de ambos factores determinaba los
peores resultados intelectuales al cabo de un cuarto de siglo, los resultados
son más pobres en aquellos que pasaron más tiempo ante la tele que entre
quienes hicieron poco ejercicio. Los resultados, que se publican en la revista JAMA
Psychiatry, consideran un consumo televisivo de riesgo para la salud
intelectual el que supera las tres horas diarias de media, una hora por debajo
de la media española.
"Este es uno de los primeros
estudios que demuestran que estos comportamientos de riesgo pueden ser
objetivos fundamentales para la prevención del envejecimiento cognitivo,
incluso antes de llegar a una edad mediana", aseguran los investigadores.
Como posible explicación, proponen que la actividad física durante la edad
adulta puede preservar la capacidad intelectual y contribuir a la producción de
neuronas y al buen estado de forma de sus conexiones, particularmente en
regiones asociadas con la función ejecutiva y la velocidad de procesamiento de
pensamientos.
"Estudios fisiológicos
sugieren que las conductas sedentarias, como ver la televisión, afectan negativamente a la función metabólica mediante
el aumento de la presión arterial, así como los niveles de lípidos y glucosa.
Ver la televisión también puede estar asociado con diferentes patrones
cognitivos y sociales, depresión y patrones dietéticos pobres", proponen
los autores como posible explicación.
El estudio tiene una pega y es la
que se suele expresar con la manida expresión de que "correlación no
implica causalidad", dado que se trata de dos situaciones que pueden ser
bidireccionales, como reconocen los propios autores del estudio: la gente
sedentaria presenta peores resultados intelectuales y viceversa, según se ha
observado en otros estudios, por lo que estos dos factores podrían estar
retroalimentándose. Los autores aseguran que dada la corta edad de los
participantes en la inscripción en el estudio y el hecho de que permanecieron
en él durante 25 años supone que sea "poco probable que tuvieran déficits
cognitivos significativos".
En este sentido se muestra
crítico el profesor de la Universidad de Zaragoza Juan Ramón
Barrada: "El estudio es bueno, pero no garantiza que los problemas no
arranquen desde el origen". "No sabemos si quienes realizaban baja
actividad física ya presentaban una menor capacidad cognitiva a los 25 años
(edad promedio en la primera recogida de datos). Quizá ya eran diferentes a esa
edad", razona Barrada, que no ha participado en el estudio y que está
especializado en medición y evaluación psicológicas.