Educar a los niños y niñas no siempre es fácil. El día a día puede ser
agotador y la energía insaciable de los pequeños nos puede hacer perder los
nervios. Es común que ante determinados comportamientos respondamos con un
grito, intentando hacerles ver que no deben hacer eso, que no es un
comportamiento adecuado.
Pero los gritos no educan, no se logra ningún objetivo a través de los
gritos. Es importante que las
familias y educadores aprendamos a controlar nuestras emociones y enseñar a los
niños y niñas a entender lo que hacen mal.
No debemos olvidar que están creciendo y desarrollándose, en este proceso
están inmersos en un aprendizaje conductual y emocional.
¿Qué conseguimos con los gritos?
Puede parecernos que un grito hace que el pequeño nos escuche y que nos
haga caso. Y en cierto modo, esto puede ser así a primera vista. Pero el grito
lo que hace es cortar la conducta, y provoca un estado en el niño/a, por eso
deja de hacer lo que estaba haciendo, pero no entiende lo que hizo mal y
volverá a repetirlo en futuras ocasiones.
- El niño/a no
entiende que es lo que hizo mal.
- Reforzamos
conductas indeseadas. Al
gritar prestamos atención a determinada conducta y le damos una atención a
la misma.
- Enseñamos con
nuestro ejemplo una
forma de conducta que tratamos de eliminar.
- Suele ser
incoherente. Si les
gritamos para pedirles que no griten, entramos en una incoherencia que
provoca que el pequeño no entienda nada.
- Podemos crear
un malestar emocional en el niño/a, que afecta a su desarrollo.
- Los gritos dañan
la autoestima de los niños y niñas, al gritarles dejamos una
huella psicológica difícil de borrar.
- Con los gritos provocamos
ansiedad en los niños y niñas, para ellos es percibido como un
castigo, algo que les daña y no saben cuándo va a ocurrir.
Evitar los gritos es posible
8 Consejos para educar sin gritos
- Aprende a
reconocer e identificar tus estados emocionales. Identificar nuestro enfado, rabia, ira,
nos ayuda a poder descargarlas de otro modo y no a través de gritos a los
niños/as.
- Cuando sientas
que estas al límite, antes de gritar es mejor que cortes la
situación. Sal de la habitación, cuenta tranquilamente y
reflexiona.
- Busca
alternativas a los gritos,
como unas normas claras y una disciplina positiva.
- Ayuda a los
pequeños a entender lo que hacen mal. No se trata de no gritarles y dejarles hacer todo lo que
quieran, ya que esto es malo para su desarrollo, se trata de hacerles
entender lo que han hecho mal a través del dialogo sin dañar sus
emociones.
- No repitas
las mismas frases constantemente, esto nos puede hacer centrarnos en un solo aspecto, sin darnos
cuentas de que el pequeño no ha entendido algo e inconscientemente
hacernos subir el tono de voz. Si repetimos lo mismo muchas veces, nuestro
enfado aumenta y no vemos otras alternativas ya que solo estamos centrados
en el mensaje que repetimos.
- Es más
efectiva una advertencia serena, que un grito. Antes de que el pequeño haga algo, le
recordaremos lo que puede y no puede hacer. Le daremos las advertencias de
forma tranquila y serena, nos escucharan con más atención y el mensaje
será más firme.
- Expresa tus
estados de ánimo desde el dialogo y una comunicación positiva sin gritos. Los adultos, no tenemos que ser perfectos,
también podemos sentir enfados y frustraciones, antes de llegar al grito
es aconsejable expresar a los pequeños como nos sentimos.
- Cuando hables
con ellos asegúrate de que te escuchan. Pídeles silencio y atención, espera a que lo hagan. Con un poco
de paciencia conseguiremos la escucha que pretendemos y ahorraremos los
gritos y tiempo.