Fonte: Universidad de Almería
Las diez claves de la neurociencia para mejorar el aprendizaje
En la mayoría de propuestas
ofrecidas para mejorar la educación en nuestro país predominan los
razonamientos teóricos y filosóficos sobre cómo lograrlo. Aquí pretendemos
complementar esas propuestas con un conjunto de sugerencias de carácter
práctico para mejorar el rendimiento académico de enseñantes y alumnos a corto
y medio plazo. Son procedimientos avalados por la investigación reciente en
neurociencia y psicobiología, que pueden tener su versión particular en cada
nivel y contexto educativo.
1. Practicar regularmente deportes o actividades físicas
El ejercicio físico aeróbico
beneficia las capacidades cerebrales tanto en el niño como en el adulto.
Quienes tienen una actividad física semanal más intensa tienen también una
mejor memoria y mayor flexibilidad y velocidad de procesamiento de información
mental. Incluso 30 únicos minutos de marcha en bicicleta o carrera al día
pueden ser suficientes para mejorar el tiempo de reacción y la velocidad de
procesamiento de la información en el cerebro.
30 minutos de marcha en bicicleta o carrera al día pueden ser suficientes para mejorar el tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento de la información en el cerebro.
Ello es posible porque la
actividad física genera BDNF, una proteína del cerebro que aumenta la
plasticidad o capacidad de las neuronas para formar conexiones entre ellas, el
número de las que nacen diariamente y la vascularización y aporte de sangre que
reciben. La actividad física, en definitiva, genera una especie de lubricante que
facilita el funcionamiento de la maquinaria cerebral para aprender, formar
memorias y recordar.
2. Evitar el exceso de grasas en la alimentación
La alimentación adecuada para
aprender debe evitar las dietas altas en grasas, pues son dietas que reducen la
sensibilidad de los receptores NMDA, que son moléculas del cerebro que forman
parte de los mecanismos de plasticidad neuronal que hacen posible la formación
de la memoria en lugares como el hipocampo y la corteza cerebral. La
experimentación actualmente en curso indica que la restricción calórica en la
alimentación favorece la mayoría de procesos mentales.
La experimentación actualmente en curso indica que la restricción calórica en la alimentación favorece la mayoría de procesos mentales.
La experimentación actualmente en curso indica que la restricción calórica en la alimentación favorece la mayoría de procesos mentales.
3. Dormir lo necesario con regularidad
El sueño anticipado prepara al
cerebro para aprender y, cuando ocurre tras el aprendizaje, potencia la
formación y estabilización de las memorias. Es así porque las mismas neuronas
que se activan para registrar la información cuando aprendemos vuelven a
activarse cuando dormimos. Suelen hacerlo entonces a mayor velocidad dando
preferencia a las que registraron los aprendizajes a los que se atribuyó mayor
importancia o valor de futuro. El sueño es, por tanto, una forma cerebral de
practicar y fortalecer lo aprendido durante el día.
Para potenciar el aprendizaje
precedente no es necesario dormir las 8 horas de una noche, pues puede bastar
con una siesta de una o dos horas, aunque períodos más largos suelen ser más
beneficiosos. Además de facilitar el aprendizaje y potenciar la memoria, el
sueño reorganiza y estructura los contenidos de la mente haciendo posible la
integración de la nueva información aprendida en los esquemas de conocimiento
ya existentes en el cerebro, facilitando el descubrimiento de reglas y
regularidades ocultas en la información recibida, generando inferencias,
convirtiendo el conocimiento implícito en explícito e influyendo también muy
posiblemente en la intuición y creatividad de las personas.
4. Entrenar frecuentemente la memoria de trabajo
Esta memoria es la que utilizamos
para pensar, razonar, planificar el futuro y tomar decisiones. Con ella
retenemos en la mente, por ejemplo, las posibles jugadas a realizar en una
partida de ajedrez o las diferentes opciones para tomar una decisión. Materias
como la filosofía o las matemáticas promueven este tipo de memoria, muy ligada
a la inteligencia fluida, que es la capacidad de razonar y resolver problemas
nuevos con independencia del conocimiento previamente adquirido. La práctica
intensa en memoria de trabajo incrementa la actividad de las cortezas
prefrontal y parietal del cerebro de la que depende y aumenta también las
conexiones neuronales entre ambos hemisferios cerebrales. La posibilidad de
transferir la mejora en la capacidad de ejecución de una determinada tarea de
memoria de trabajo a otra tareas diferente no entrenada es mayor cuantos más
procesos cerebrales estén comúnmente implicados en ambas.
La
práctica intensa en memoria de trabajo incrementa la actividad de las cortezas
prefrontal y parietal del cerebro de la que depende y aumenta también las
conexiones neuronales entre ambos hemisferios cerebrales.
5. Guiar el aprendizaje con preguntas
Este procedimiento motiva al
estudiante, concentra su atención y le convierte en una especie de detective o
investigador que busca en cualquier fuente de información posible la solución a
los interrogantes que se le plantean. Es además un modo de enseñarle a trabajar
y ganar autonomía para aprender, es decir, es también un modo de aumentar la
capacidad del alumno para aprender por sí mismo en el futuro.
6. Practicar frecuentemente el recuerdo de lo aprendido
El recuerdo, además de servir
para evaluar lo aprendido, sirve también para seguir aprendiendo. El preguntar
sobre la información recientemente aprendida beneficia a la memoria a largo
plazo promoviendo el reclutamiento de los circuitos neuronales del recuerdo en
las subsecuentes oportunidades de estudio. Ayuda también a mantener la atención
durante largos periodos evitando las distracciones cuando se estudia leyendo
los textos en la pantalla de un ordenador. Tal actividad aumenta la sensación
subjetiva que tiene el estudiante de estar aprendiendo y reduce así su ansiedad
respecto a evaluaciones posteriores.
7. Un poco de estrés no es malo
En situaciones emocionales o de
estrés moderado, la activación de estructuras cerebrales como la amígdala y la
liberación en la sangre de hormonas como la adrenalina y los glucocorticoides
pueden contribuir a la facilitación del aprendizaje y la memoria actuando
directa o indirectamente sobre los circuitos neuronales del cerebro. Los
glucocorticoides regulan además la presencia de los mencionados receptores NMDA
en el cerebro, y promueven cambios epigenéticos que facilitan en el ADN de las
neuronas la expresión de los genes que hacen posible la síntesis de las
moléculas necesarias para formar las memorias. Un modo de inducir esa emoción o
estrés moderado en los alumnos consiste en proporcionarles antes de nada
información motivadora sobre la materia a aprender, algo que conocen
sobradamente los buenos docentes.
8. Homenaje a la lectura
De todas las actividades
intelectuales potenciadoras de capacidades mentales la más asequible y la que
proporciona un mejor balance costo/beneficio es, sin duda, la lectura. Leer es
uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro. Es
así porque la actividad de leer requiere poner en juego un importante número de
procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el
razonamiento. Cuando leemos, activamos preferentemente el hemisferio izquierdo
del cerebro, que es el más dotado de capacidades analíticas en la mayoría de
las personas, pero son muchas las áreas cerebrales de ambos hemisferios que se
activan e intervienen en el proceso. Decodificar las letras, las palabras, las
frases y convertirlas en sonidos mentales requiere activar amplias áreas de la
neocorteza cerebral.
Las cortezas occipital y temporal
se activan para ver y reconocer el valor semántico de las palabras. La corteza
frontal motora se activa cuando evocamos mentalmente los sonidos de las
palabras que leemos. Los recuerdos que evoca la interpretación de lo leído
activan poderosamente el hipocampo y el lóbulo temporal medial del cerebro, que
son zonas críticas para la memoria. Las narraciones y los contenidos
emocionales del escrito, sean o no de ficción, activan la amígdala y demás
áreas emocionales del cerebro. El razonamiento sobre el contenido y la
semántica de lo leído activa la corteza prefrontal y la memoria de trabajo. La
lectura refuerza también las habilidades sociales y la empatía, además de
reducir el nivel de estrés del lector. El libro y la lectura, como gimnasio
asequible y barato para la mente, deberían incluirse en la educación desde la
más temprana infancia y mantenerse durante toda la vida.
9. Inmersión temprana en más de una lengua
Los individuos que adquieren
múltiples lenguas en su infancia y las practican a lo largo de su vida tienen
una mayor atención selectiva y más desarrollado el hábito de conmutar
contenidos mentales, lo que les facilita la adquisición de aprendizajes
complejos, especialmente los que implican cambios en las reglas de ejecución.
Aunque pueden tener un vocabulario más reducido en cada lengua, los bilingües
son más rápidos y efectivos que los monolingües cuando, por ejemplo, aprenden a
clasificar objetos por su color y, de repente, hay que cambiar y clasificarlos
por su forma. La mayor capacidad de ejecución y flexibilidad mental de las
personas bilingües se manifiesta frecuentemente en la vida, se ha observado en
todas las edades, y la conservan además mucho más que los monolingües en la
vejez.
Para generar un automatismo como
el lingüístico y beneficiarse de él hay que aprenderlo tempranamente y
practicarlo con asiduidad y frecuencia. Los maestros, al igual que los padres y
cuidadores, tienen un papel importante en esa inducción lingüística múltiple de
los primeros años de vida. El estudio y práctica de la música puede tener un
efecto similar en la medida en que es también otra forma de lenguaje.
10. Evaluaciones orales
Las exposiciones o los exámenes
orales no solo permiten una evaluación muy rigurosa del conocimiento adquirido
por los alumnos, sino que, sobre todo, inducen en ellos un tipo de estudio
mucho más basado en la comprensión de los materiales y la información que en su
simple memorización. Son además métodos que generan una memoria a largo plazo
mucho mejor que la que resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y
otra vez textos o apuntes de una materia.
Las evaluaciones orales generan una memoria a largo plazo mucho mejor que la que resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y otra vez textos o apuntes de una materia.
En general, los ambientes enriquecidos y todas aquellas actividades mentales o intelectuales que suponen esfuerzo y desafío son más útiles para formar buenas memorias que aquellas que se realizan sin apenas esfuerzo. Tampoco deberíamos despreciar recursos tradicionales en diferentes niveles de la enseñanza como la escritura al dictado, el resumir textos o el memorizar información básica. Reglas de ortografía, fechas históricas, países y sus capitales y accidentes geográficos, son ejemplos históricos nada despreciables, pues constituyen valiosos recursos de memoria implícita que se adquieren por repetición y resultan extraordinariamente útiles como apoyo para posteriores evaluaciones mentales y razonamientos complejos.
Es un hecho comprobado que una
enseñanza adecuada tiende a igualar el rendimiento de los sujetos que aprenden
y evita con ello contrastes acusados y comparaciones entre esos sujetos que no
siempre benefician al proceso educativo.
Fonte: El país