Las clases de música potencian la
inteligencia de los niños. No así la tecnología, que fomenta ciertas
cualidades, pero no altera el fondo.
El 50% de la inteligencia de su
hijo vendrá determinada por sus genes, según un estudio reciente publicado en
la revista Psiquiatría Molecular. Su relación con el medio
a lo largo de la infancia, la adolescencia y la vida adulta terminarán de
construir el jeroglífico. ¿Y qué pinta usted, progenitor de la criatura, en
todo esto? “Sin los padres, el potencial intelectual del niño no se puede desarrollar”,
asegura Álvaro Bilbao, doctor en Psicología, neuropsicólogo y autor del libro El
cerebro del niño explicado a los padres. “La llave del desarrollo
potencial del cerebro del niño está en las relaciones con sus padres. Aunque la
genética tenga un peso importante, sin esa presencia no se convertiría en
realidad. Es como un niño que puede llegar a medir 1,90 metros, pero si sus
padres no lo alimentan bien, no lo logrará”.
Cuando un bebé nace ya cuenta con
la práctica totalidad de las 86.000 millones de neuronas que tendrá en la edad adulta.
La principal diferencia entre su cerebro y el de una persona mayor es que esas
neuronas habrán desarrollado trillones de conexiones entre sí. Cada una de esas
conexiones puede traducirse en un aprendizaje que el cerebro del niño ha
realizado, según explica Bilbao en su trabajo. Los primeros seis años de vida
son muy importantes, porque a partir de esa edad el niño empieza a perder parte
de esas conexiones, concretamente las que utiliza menos.
Ahora que sabemos que los padres
tienen la llave para el desarrollo de la inteligencia de su hijo, ¿qué podemos
hacer? La respuesta del neuropsicólogo es sencilla y a la vez compleja, pero
podría resumirse en quererlos, cuidarlos y compartir la vida con ellos,
reforzando conductas positivas, apoyándolos, jugando ("tirados en el suelo
si es necesario"), socializando, dejando que se equivoquen, dialogando
todos los problemas. En eso coinciden otros expertos como Maximino Fernández
Pérez, pediatra del centro de salud de La Felguera (Asturias), psicólogo y
vocal de Psiquiatría Infantil de la Sociedad Española de Pediatría (AEPED). “El niño debe saber que
tiene detrás unos padres que lo quieren y se preocupan por él”, afirma, y
además recuerda la importancia del aprendizaje por imitación. “Los padres somos
el modelo de nuestros hijos”. Tirando de refranero español, no se puede estar
rogando y con el mazo dando. Si no dejamos que vean televisión durante la cena,
no lo haga tampoco usted, ni siquiera el informativo.
Pero hay otras muchas cosas que
hacer en la vida cotidiana para estimular el desarrollo cerebral de los
pequeños y también otras muchas que tienen buena fama pero en realidad no son
tan útiles. Las repasamos.
Apuntarlo a actividades artísticas: mejor música que teatro
Hay investigaciones que han
relacionado el desarrollo cognitivo con el aprendizaje de la música (no con su
mera escucha). Un estudio de la Universidad de Toronto publicado en la
revista Psychological Science comparó a cuatro grupos de niños
de seis años. Durante un año, un grupo estudió piano; otro, canto; otro, arte
dramático; y otro grupo no recibió lecciones de ninguna clase, aparte de las
clases regulares. A todos se les practicaron pruebas de inteligencia antes y
después, y se encontró que en los dos grupos que recibieron lecciones de música
hubo un aumento en varias medidas de inteligencia mayores que en los otros. El
grupo que recibió lecciones de arte dramático también tuvo un aumento, pero no
fue en las áreas relacionadas con el desarrollo cognitivo, sino en las de
conducta y adaptación social. El grupo que no recibió lecciones registró un
aumento menor en las pruebas.
DVD con imágenes y música para menores de 2 años: ni se moleste
Si en su casa ha habido un bebé
en los últimos 10 o 12 años, conocerá estos DVD con imágenes sencillas de
dibujos, muñecos o niños que van pasando al ritmo de piezas de Mozart o
Beethoven. Se comercializaron con la idea de ser educativos, pero, tras un litigio,
la compañía (Disney) terminó por anunciar que devolvería el dinero a quienes se
sintieran afectados porque, después de verlos, sus niños no parecían más listos
y porque hubo estudios que así lo desmintieron. De hecho, la Academia
Americana de Pediatría advierte de que los menores de dos años ni siquiera deben ver televisión.
Programas de entrenamiento cerebral: para la memoria a corto plazo
En los últimos años han
proliferado escuelas y programas, juegos electrónicos y hasta aplicaciones para
móviles con el objetivo de entrenar y estimular el desarrollo cerebral… Sin
ninguna base científica. Un grupo de niños de entre siete y nueve años de edad
formó parte de un estudio de la Universidad de Cambridge para el que
recibieron 25 sesiones de entrenamiento de memoria a corto plazo y comprobaron
que, si bien hubo ciertas mejoras en esa parcela, no sucedía lo mismo para
otras habilidades más amplias como matemáticas, lectura o escritura. “Si a un
niño lo llenamos de conocimientos pero no permitimos que desarrolle su
capacidad, no lo hacemos más inteligente. Lo hacemos más sabiondo. Quizá con
estos programas parezca que el niño avanza más que sus compañeros en
determinadas áreas, pero al final los compañeros lo alcanzan y ellos habrán
perdido otras capacidades que tienen que ver con el juego libre y el desarrollo
de la creatividad. El desarrollo cerebral no es un proceso que pueda acelerarse
sin perder sus propiedades”, advierte Bilbao.
Dispositivos tecnológicos: solo a partir de 3 años
“¡Este niño, qué listo es! Tan
pequeño y mira cómo maneja el móvil y la tableta”. Se trata de una frase de
abuelos y tíos muy común. Pero un estudio de la Universidad de Boston publicado en la revistaPediatrics sostiene que el uso frecuente de
estos dispositivos por parte de menores de entre uno y tres años puede afectar
no solo a su cerebro, sino también a sus capacidades de desarrollo social y
emocional. El smartphone y las tabletas generan estímulos tan
rápidos e intensos que el cerebro de los pequeños no tiene capacidad para
manejarlos. “La tecnología nunca va a mejorar la capacidad de inteligencia de
base. Puede ser un complemento y fomentar algunas cualidades, pero nunca va a
mejorar el patrón de fondo”, apunta Fernández Pérez.
Ver películas en inglés: el camino al bilingüismo
O dibujos animados. Cada día un
ratito. Con el apoyo de un profesor nativo en la escuela o en las
extraescolares. “Esto es más efectivo que un colegio bilingüe sin profesores
nativos”, asegura Bilbao. Según el Estudio Europeo de Competencia Lingüística, los españoles
no entendemos inglés porque siempre hemos escuchado la televisión doblada al
español, cuando la escucha y visionado de productos audiovisuales en versión
original mejora un 21% los resultados de los estudiantes en comprensión oral.
Lectura nocturna: siempre entre dos
El cuento de por la noche no puede
ser una lectura rápida para que se duerman pronto y todo lo que los niños hagan
en esos minutos sea mirar los dibujos. Según un
estudio realizado en Canadá, lo que realmente mejora sus habilidades y
estrategias de aprendizaje es compartir esa lectura: una página cada uno.
Música para el feto: hay reacción, pero sin consecuencias
Lo que realmente oye el feto
cuando usted le habla es una especie de murmullo, algo así como el ruido de
fondo de un bosque. Y aunque según un estudio publicado en The Journal of the
Acoustical Society of America las palabras emitidas desde
el exterior son ininteligibles aproximadamente en un 50%, un equipo de
investigadores liderado por Marisa López-Teijón, jefa de Reproducción Asistida
del Institut
Marqués, considera que es posible hacer que las palabras o la música
lleguen con claridad al interior del útero vía vaginal. "A partir de las
16 semanas de gestación, el feto ya es capaz de responder a estímulos
musicales", explica la coautora del estudio Expresión facial fetal
en respuesta a la emisión de música vía vaginal, publicado
recientemente en la revista Ultrasond.
Pero, ¿qué sucedía cuando a los
fetos de las embarazadas del estudio se les ponía música de esta manera?
"Cuando aplicamos música vaginal [hay ungadget específico para
ello], el 87% de los fetos movieron la boca o la lengua y cerca del 50%
reaccionó abriendo muchísimo la mandíbula y sacando la lengua al máximo", explica
García Faura, quien asegura que al aplicar la música al abdomen o vibraciones
sonoras no observaron los mismos resultados.
Las respuestas motoras que
describe García Faura y que el profesor Prats identifica con movimientos de
vocalización, constituyen "unos resultados interesantes", pero, en
opinión de la doctora Ana Riverola de Veciana, médico adjunto de Neonatología
del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), "no nos permiten extrapolar que
este tipo de estimulación prenatal sea beneficiosa para los fetos a largo
plazo". La experta cree que lo que el estudio muestra son respuestas
faciales, y, de ahí, lo que se puede deducir es que los fetos oyen desde la
semana 16, lo cual ya es muy novedoso. "Sin embargo, esto no quiere decir
que el feto esté disfrutando o que ese estímulo sea positivo para su
desarrollo", dice. El doctor Fernández Pérez también añade que no hay
evidencia empírica de que este acto influya en la posterior inteligencia del
niño.