Gianfranco Zavalloni,
maestro durante 16 años y luego director de infantil, fue uno de los impulsores
de la reforma educativa en la Italia del siglo pasado
"Vivimos en la época
del tiempo sin espera. Y ello tiene increíbles repercusiones en nuestra forma
de vivir. Ya no tenemos tiempo para esperar, ya no sabemos participar en un
encuentro sin ser interrumpidos por el móvil, lo queremos "todo y ahora
mismo", en tiempo real.
Las teorías psicológicas están de acuerdo en que una de las diferencias entre
niños y adultos reside en el hecho de que los niños viven según el principio
del placer ("todo y ahora"), mientras que los adultos viven según el
principio de la realidad ("saber hacer sacrificios hoy para disfrutar
mañana"). Yo diría que en la actualidad, los adultos, también en parte a
causa de la sociedad del consumismo exacerbado, viven exactamente como los
niños, según la modalidad del "lo quiero todo ahora mismo".
¿Sabremos, entonces, volver a encontrar los tiempos naturales? ¿Sabremos
esperar una carta? ¿Sabremos plantar una bellota o una castaña con la certeza
de que serán los himos de nuestros hijos quienes disfrutarán de su
majestuosidad secular? ¿De verdad sabremos esperar?-
Se trata de emprender un nuevo itinerario educativo. Padres, maestros y todos
aquellos que se encuentren a su alrededor en el mundo de la escuela son
estimulados por las sugerencias de la pedagogía del caracol y pueden empezar de
nuevo a reflexionar sobre el sentido del tiempo educativo y sobre la necesidad
de adoptar estrategias didácticas de ralentización, por una escuela lenta y no
violenta".
"En una sociedad
basada en el éxito, el beneficio y el ganar, ¿hemos reflexionado sobre la
importancia y el valor pedagógico de "perder"? Perder el tiempo,
perder una partida, perder un tren, perder un objeto, perder una cita, perder a
alguien, perder y basta...¡perder!".
Zavalloni es también el autor de los derechos naturales de los niños y las niñas:
- Derecho al ocio. A vivir momentos no programados por los adultos.
- Derecho a ensuciarse. A jugar con arena, tierra, hierba, hojas, agua, ramas y piedras.
- Derecho a los olores. A percibir el olor y a reconocer los perfumes de la naturaleza.
- Derecho al diálogo. A escuchar y a tomar la palabra, a dialogar.
- Derecho a usar las manos. A clavar clavos, a serrar, a pegar, a modelar la arcilla, a atar cuerdas, a enceder un fuego.
- Derecho a un buen comienzo. A comer comida sana desde el nacimiento, a beber agua limpia y a respirar aire puro.
- Derecho a la calle. A jugar libremente en las plazas, a andar por la calle.
- Derecho a lo salvaje. A construir un refugio en el que jugar en el bosque, a tener cañaverales en los que esconderse, árboles a los que trepar.
- Derecho al silencio. A oir el viento que sopla, el canto de los pájaros, el gorjeo del agua.
- Derecho a los matices. A ver salir y ponerse el sol, a ver de noche la luna y las estrellas.