Es
posible que te hayas encontrado o alguien haya compartido contigo este
texto sobre los beneficios de dibujar, que sugiere, por ejemplo, que si
necesitas recuperar energía, dibujes paisajes y, en cambio, optes por un
arcoíris para combatir la tristeza. Hay más: si estás enojado, dibujar líneas;
si sientes angustia, haz una muñeca de trapo; si estás desesperado, dibujar
caminos. Y así, hasta completar una lista que en Facebook cuenta
con más de 36.000 me gusta y que se ha compartido más de 62.000 veces.
“No creo
que tenga ninguna base científica ni que sea tan sencillo como lo exponen
-explica a Verne la psicóloga Amaya Terrón-. Es decir, si estas cansado y
dibujas flores, no vas a sentirte descansado, ni sentirás armonía y
tranquilidad, directa y automáticamente”.
El texto, además, es una versión
de este otro de la
terapeuta Victoria Nazarevich, que en realidad sólo sugiere que dibujemos, “pase
lo que pase en tu vida” y sin especificar el qué.
El dibujo y tu cerebro
Esto último tiene algo más de
sentido. Dibujar “ayuda a concentrarse", explica Terrón, aunque no de
forma tan específica como sugería el primer texto. Además y aparte de la
satisfacción personal, dibujar (al igual que pintar y esculpir, por ejemplo)
estimula nuestro cerebro y nos ayuda a mejorar nuestra memoria y nuestra
capacidad de introspección, al combinar nuestros procesos cognitivos y motores, tal
y como recoge Mic. Otros
estudios hablan de cómo el arte puede proteger contra el declive de
ciertas funciones cerebrales con la edad.
Y añade algo interesante para
quien crea que no tiene mano con el dibujo o que simplemente se le da mal: “No
hay nada de magia cuando desarrollamos una habilidad... Aunque sí trabajo
duro”, escribe Richard Banks en Drawing:
The Art-Science Connection. Es más, Banks cita estudios que aseguran
que el hecho de ser mejor en una actividad “no es consecuencia de poseer dones
innatos”. Es decir, todo (o casi todo) se puede aprender, aunque
(evidentemente) esto no significa que lleguemos necesariamente a ser genios.
Terrón añade que “hay personas
que encuentran el placer en el dibujo en sí, porque les gusta y se les da bien
también, otras igual no tienen tanta destreza pero les ayuda a expresar lo que
de otra forma no expresarían”. Y recuerda que el arte se puede usar incluso
como herramienta de terapia, ya que puede ayudar “a expresar emociones que
están enquistadas” y a entender nuestros "propios fantasmas y miedos”.
Y tú, ¿cuándo dejaste de dibujar?
A todos los humanos nos gusta
dibujar desde hace unos
40.000 años. Y es algo que podemos hacer casi todos. Tal y como escriben en Scientific
American:“Dibujar es simplemente hacer líneas y puntos en el papel. Si
sabes escribir tu nombre, puedes dibujar”.
Es más, comenzamos a dibujar antes de saber leer y escribir. Todos los niños han dibujado en algún momento de su vida. Para ellos, escribe Banks, el dibujo “es una forma de aprender sobre el mundo en el que viven y acerca de su lugar en él”.
¿Y por qué dejamos de hacerlo? Banks
sugiere que muchos niños “descubren otras formas de explorar su mundo, se
involucran en otras actividades o, más a menudo, simplemente pierden interés.
Su conocimiento se desarrolla más deprisa que su habilidad motora”, por lo que
llega un momento en el que “no saben dibujar lo que su cerebro ve”, lo que
ocurre sobre todo cuando a partir de los 8 o 9 años intentamos plasmar la
perspectiva. A consecuencia “se frustran y pierden interés”.
“Dejamos de divertirnos”, resume
el ilustrador John Hendrix en The Atlantic. De
niños disfrutamos del dibujo sin preocuparnos por nada más, pero llega un
momento en el que tenemos que aprender “cómo mostrar la luz, el espacio, la
composición, la forma, la línea. Después de eso, tenemos que entrenarnos para
jugar otra vez”. En su opinión, disfrutar es un primer paso esencial antes de
encontrar nuevas ideas.
No dejes de garabatear, al menos
Pero aunque ya no compremos
libretas de bocetos, ni podamos (o queramos) dedicar horas a esta actividad,
esto no significa que tengamos que abandonar el dibujo por completo.
“Ocasionalmente, todo el mundo tiende a garabatear, hacer bocetos o plasmar una
idea -escribe Banks-; dibujar es un comportamiento que forma parte de la
especie humana”.
Banks añade que los esbozos,
dibujos rápidos, diagramas improvisados y demás son “un ejercicio en
pensamiento libre, sin limitaciones. A menudo representan una forma de soñar
despierto de forma gráfica que es beneficiosa para el proceso creativo del
mismo modo que la preparación de un atleta ha de preceder a sus resultados”.
Estos dibujos rápidos también “incrementan la destreza manual y refuerzan la
conexión entre tus actividades motoras y tu sistema visual”.
Coincide Terrón, que añade el
garabateo puede alejarnos “de la ansiedad que podamos estar sintiendo”, además
de servirnos para “concentrarnos en una sola cosa y alejarnos de nuestros
propios pensamientos”. Eso sí, “no todo el mundo le puede dar una misma
finalidad”.
La escritora y consultora Sunni Brown es una de las principales
defensoras del garabateo. En esta charla TED recuerda que garabatear en una
reunión, por ejemplo, está mal visto, a pesar de que hay
estudios que coinciden en que se trata de una herramienta que nos
ayuda recordar, a procesar información y a encontrar soluciones creativas.
Otra
defensora de los dibujos al margen de folios y cuadernos es la educadora Giulia Forsythe, que en
este dibujete publicado en su galería de Flickr apunta que garabatear es una forma
de pensamiento externo que conecta personas e ideas, tanto conscientes como
inconscientes. Es una forma de soñar despierto que lleva a asociaciones al azar
que permiten alcanzar soluciones creativas.
Pinta y colorea
Más de moda está otra actividad
relacionada con el dibujo: los libros de colorear para adultos. Incluso
Forges ha publicado uno. Aunque de entrada pueden parecer una rareza,
Terrón explica que “es cierto es que los movimientos rítmicos, regulares y
suaves con un impacto en el papel o colorear rellenando espacios delimitados
pueden hacer que la persona se enfoque tanto en la tarea que está llevando a
cabo que pueda desconectar de otros pensamientos intrusivos o ansiógenos con el
entrenamiento correcto”.
Se trata, en definitiva, de
ejercicios de concentración y relajación, aunque en este caso no sean
necesariamente una expresión artística.
Similar, aunque ya nos vayamos al
texto, es la
caligrafía, un arte cada vez más practicado que sigue tradiciones tanto
chinas, de hace más de 4.500 años, como europeas, heredadas de los monjes de la
Edad Media. Como
recogía Smoda, practicar la caligrafía, de modo similar a los simples
esbozos y garabatos, "predispone a la conciencia plena, al ‘aquí y al
ahora’, por lo que tiene mucho que ver con los estados meditativos. Su
ejecución exige un estado mental en el que no tienen cabida ni el estrés, ni
las preocupaciones, ni las tensiones musculares, ni los pensamientos intrusivos”.
Necesidad de motivación
Pero Banks añade algo que es
fundamental y que a veces se olvida: todo esto sólo funciona si nos interesa.
La emoción marca tanto nuestra atención como nuestra retentiva. Si nos aburre
dibujar, una actividad que en la que pasamos horas de manera “casi semi
consciente, concentrados y atentos”, de poco sirve que nos obliguemos. Y añade:
“Es un mito que otras personas puedan motivarte”. La motivación “viene de
dentro, instigada por la elección basada en tus intereses y metas personales”.
No nos podemos obligar ni siquiera a hacer un triste monigote.
También añade que el hecho de que
podamos aprender a dibujar de forma más que correcta no implica que vayamos a
ser genios, ni tampoco que vayamos a ser más creativos, por mucho esfuerzo que
le dediquemos: “El dibujo es una habilidad adquirida que puede ser muy útil en
el trabajo creativo sin ser necesariamente una expresión creativa”. Puedes
dibujar muy bien sin ser creativo y, claro, ser creativo sin ni siquiera saber
coger un lápiz.
Pero sí que es cierto que las personas creativas “quedan fascinadas con una actividad en sí misma: la exploran con deseo e intensidad, e investigan cada aspecto de lo que les interesa en profundidad”. Y esto vale para dibujar, escribir, tocar un instrumento o cualquier cosa que nos atraiga.
En todo caso y si aún así no
acabas de estar convencido, siempre puedes pasarte por la etiqueta #inktober en
Instagram para inspirarte. Se trata de un reto que nació en 2009 y que
consiste en hacer un dibujo diario durante el mes de octubre: todo un mes de
dibujos a tu disposición.
Fonte: verne
Garabatear (en inglés doodling) -el acto espontáneo de dibujar, por lo general en los márgenes de lo que en realidad se supone que estamos trabajando o estudiando o prestando atención- es más que una simple distracción. Pese a su mala reputación, la realidad es que se asocia a un mejor aprendizaje, a la creatividad y al rendimiento. He aquí los cinco beneficios de garabatear.
Fonte: verne
Sabéis que en La
Imaginadora nos encanta todo lo que tenga que ver con la creatividad y
la expresión artística. Con nuestros cursos online podéis
dar rienda suelta a vuestra creatividad (¡y damos fe de que os aplicáis con
ganas, eh!), y también nos gusta hablar sobre pensar
diferente, dibujar para
reflexionar… Por eso nos ha gustado este artículo que os traducimos a
continuación acerca de los beneficios de garabatear, de hacer dibujitos en los
márgenes de los cuadernos o en las tapas de las agendas. ¡Que levante la mano
quien no lo haya hecho alguna vez! ¿Pensabais que es cosa de niños, un
pasatiempo, que de adultos ya no sirve de nada? Craso error… En plena ola
de los libros para
colorear para adultos, existe también otra expresión artística que requiere
incluso menos esfuerzo que usar lápices de colores y rotuladores. Y que puede
tener más beneficios, para empezar.
Garabatear (en inglés doodling) -el acto espontáneo de dibujar, por lo general en los márgenes de lo que en realidad se supone que estamos trabajando o estudiando o prestando atención- es más que una simple distracción. Pese a su mala reputación, la realidad es que se asocia a un mejor aprendizaje, a la creatividad y al rendimiento. He aquí los cinco beneficios de garabatear.
1. Ayuda a concentrarse
Una investigación
publicada en 2009 señaló que los participantes que garabateaban
mientras atendían una llamada de teléfono eran capaces de recordar
posteriormente un 29% más de información que aquellas personas que simplemente
habían tomado notas.
Jackie Andrade, autora del
estudio y profesora de Psicología en la Universidad de Playmouth (Reino Unido),
y otros autores han planteado la hipótesis de que garabatear y escuchar son dos
actos particularmente relacionados. Garabatear involucra las funciones
ejecutivas en nuestro cerebro, es decir, aquellos recursos que nos
permiten planificar, concentrarnos y realizar multitareas. Dedicar dichas
funciones ejecutivas a dibujar mientras escuchamos una lectura o realizamos una
llamada de teléfono nos asegura que estos recursos no se dispersan pensando en
la lista de la compra o en los planes para el fin de semana.
2. Te hace más productivo
La periodista Tu Anh Vo (Anaheim,
California) comenta que dibujar le ayuda a mantener un registro exacto de las
reuniones o encuentros de los que ha de informar por su trabajo. Para ella,
garabatear o dibujar es algo “tonto” que le ayuda a retener más detalle
que una exhaustiva toma de apuntes o notas.
“Cuando informo sobre las
reuniones del consejo de la ciudad, por ejemplo, es especialmente difícil llevar
un registro de todas las personas que hay en la sala, así que a veces dibujo la
cara, la ropa, los gestos de alguien (cómo son sus zapatos, la forma en que sus
hombros se inclinan hacia delante) sólo porque no puedo pensar en las
palabras para describirlo”, explica. “También parece ayudarme a recordar
quiénes son y cuál es su lugar en la sala en ese momento, incluso si no estoy
tomando notas de esos detalles”.
3. Ayuda a mantenerte en el presente
Jesse Prinz, profesor de
filosofía en el Graduate Center de la Universidad de Nueva York, estudia
garabatos en el contexto de la investigación sobre el arte, y encuentra que la
práctica de garabatear funciona de forma óptima en el
aprendizaje oral. Los dibujos mantienen a la gente en un estado de “escucha
puro”.
“Garabatear ayuda a alcanzar el
punto ideal entre escuchar demasiado y escuchar muy poco”, comenta Prinz. “Te
mantiene en un estado en el cual tu mente no puede distraerse ni tampoco
reflexionar o pensar más profundamente sobre lo que estás escuchando… Hasta tal
punto que, si no garabeteo, siento que me es más difícil concentrarme. Llegué a
la conclusión de que lo que los dibujitos hacen por mí es que, en parte, me
mantiene muy receptivo hacia la información”.
4. Es una válvula de escape para la creatividad diaria
Prinz sostiene que nunca debemos
perder de vista el hecho de que garabatear como expresión artísitica es un
objetivo valioso en sí mismo. E incluso para los artistas profesionales,
garabatear puede ser una herramienta infrautilizada.
La escultora y pintora Lorina
Capitulo (North Babylon, NY), se enfrentó contra sentimientos de bloqueo
creativo y artístico después de mudarse a los EEUU desde Filipinas. Cuando se
tropezó con los rotuladores de colores de su hijo, comenzó a usarlos para matar
el tiempo antes de ir a trabajar o relajarse antes de dormir. “Mientras
dibujaba, reflexionaba sobre las cosas que sucedían en mi vida”, explica.
Pronto se dio cuenta de que sus nuevas creaciones también le proporcionaban ese
mismo “subidón” que recordaba en las clases de pintura de la escuela
secundaria. Ella reconoce que garabatear la desbloqueó hacia una nueva
vía de expresión artística.
5. Ayuda a generar ideas
“Garabatear es una actividad
divertida y esa emoción positiva nos hace más creativos,
abriéndonos hacia rutas de pensamiento más exploratorias”, dice Prinz. “Si
pasas media hora haciendo algo creativo, cuando alguien te presente un
problema, pensarás sobre ellos de manera más original.
Andrade supone al distraernos
pensar conscientemente sobre un problema, garabatear permite una “incubación
subconsciente de la solución”. Lo compara con el proceso de soñar. “Lo mismo
puede suceder cuando soñamos”, añade. “Te pasas todo el día tratando de
resolver un problema sin éxito, sólo para despertar a la pañana siguiente
pensando ‘¡Ajá! Esa es la respuesta.”
Los garabatos puesden ser
cualquier cosa, desde nuestos nombres o firmas repetidas una y otra vez, hasta
caricaturas o dibujos abstractos. La próxima vez que te encuentres en una
reunión o en una conferencia y puedas concentrarte, lleva tu bolígrafo hasta
los márgenes del papel para sarle un empujoncito a tu concentración.
Fonte: La imaginadora