Quizá no exista un método universal, pero sí hay ciertas pautas
universales que funcionan mejor que otras. Y, como señala Make It Stick: the
Science of Succesful Learning, un nuevo libro publicado por la Universidad de
Harvard, muchas de las creencias más extendidas y de las prácticas más
frecuentes se encuentran radicalmente equivocadas. Sus autores, Peter C. Brown,
Henry L. Roediger III y Mark A. McDaniel, recuerdan que vivimos en una época en
la que se favorece el aprendizaje crítico frente a la retención de información.
Se cree que lo importante no es repetir como un papagayo, sino ser capaz de
manejar la gran cantidad de conocimiento que está a nuestro alcance.
Pero ello provoca que apenas contemos con recursos propios, y nos
volvamos locos cuando no tenemos un ordenador a mano. Memorizar sigue siendo
parte fundamental del proceso educativo y, por lo tanto, tenemos que aprender
la mejor manera de retener los datos importantes que tarde o temprano
necesitaremos. Para los autores, “subrayar, destacar en colores fluorescentes,
volver a leer una y otra vez, empollar sin parar y la repetición cabezona” son
prácticas que “proporcionan una falsa sensación de maestría”, pero que son no
sólo inútiles, sino contraproducentes. A continuación recordamos algunos de los
métodos que, según diversos estudios, sí funcionan.
Recordar es mejor que leer
Gran parte de las enseñanzas de los autores pasan por este punto.
¿Quién no ha pasado horas y horas releyendo su libro de texto con el objetivo
de que las palabras se quedasen grabadas a fuego en su mente? Mal hecho. Es
preferible dedicar menos tiempo a la lectura y más al recuerdo mental de la
misma, puesto que ello refuerza la retención y facilita el recuerdo en
ocasiones posteriores. Además, nos permite descubrir aquello que conocemos en
mayor profundidad y a lo que deberíamos dar un repaso.
Espacia tus sesiones de estudio
Engullir y vomitar. Estos dos verbos resumen bien lo que hacen
muchos estudiantes con sus apuntes. Quizá resulte útil pegarse un atracón para
el examen de la mañana siguiente, pero probablemente lo olvidemos todo en
cuestión de días u horas. Si queremos retener lo aprendido, conviene dejar
reposar la lección durante cierto tiempo antes de volver a recuperar los
libros.
Estudia distintas materias al mismo tiempo
Ver la fecha de un examen acercarse suele producir una gran
ansiedad que intentamos calmar dedicando horas y más horas a una misma materia:
es el llamado massed study (algo así como “estudio masificado”). Una
alternativa bastante más útil es organizarse de manera que se aprendan
diferentes asignaturas al mismo tiempo, lo que, según los autores, favorece la
retención y facilita la comprensión de lo leído. Es el interleaving
(“intercalado”), que suele provocar que los estudiantes piensen que han
aprendido menos de lo que realmente lo han hecho, y que se sorprendan cuando se
dan cuenta de lo efectivo de este método.
Toma notas a mano
Se ha hablado mucho de las diferencias entre la escritura manual o
mecanografiada, y los autores defienden que la velocidad con la que se escribe
de una u otra manera influye en nuestra retención del conocimiento. Ya que a
mano tardamos más, nos vemos obligados a reflexionar sobre lo que estamos
reflejando en la página y realizar una primera criba activa de información;
tecleando en el ordenador nos convertimos en meros mecanógrafos que pueden
reflejar de una manera certera las palabras del profesor, pero no entender nada
de ello.
Busca las soluciones por ti mismo
Una de las situaciones detestadas por la mayor parte de
estudiantes es verse obligados a resolver un problema o responder una pregunta
cuya respuesta no se les haya sido dada con antelación. Según los autores, eso
sería pura repetición: enfrentarse a un desafío, incluso aunque no se sepa nada
sobre él, nos ayuda a proponer soluciones que, si bien equivocadas, facilitarán
posteriormente el aprendizaje. Al mismo tiempo, los alumnos aprenden más cuando
las preguntas son abiertas que cuando tienen que seleccionar una opción en un
test, puesto que este esfuerzo adicional favorece la retención. Estudiar en grupo puede ser útil a la hora de realizar preguntas
que nos hagan recordar lo aprendido.
Aplica lo que has aprendido a tu propia vida
Se conoce como elaboración el proceso que nos permite adaptar la
nueva información recibida a nuestra propia perspectiva. ¿Se hace fatigoso
comprender las motivaciones detrás de la historia de los reyes españoles?
Imagínalo como si fuese Juego de tronos. ¿La filosofía se hace demasiado
obtusa? Piensa con cuál de tus compañeros se entendería mejor cada uno de los
pensadores. Lo importante es convertir la información inanimada, el puro dato,
en algo significativo.
Utiliza tarjetas
Como si se tratase de un ordenador, la información no sólo se
almacena, sino que también se recupera. Cuando pasa cierto tiempo entre una
sesión de estudio y otra, es probable que se nos olvide lo aprendido. Lo más
útil, en ese caso, es apuntar las lecciones de manera esquemática en tarjetas
que, con un simple vistazo, nos permitirán recordar todo aquello que se
encontraba escondido en algún rincón de nuestra mente.
Duerme
Los estudiantes, incluso los universitarios, olvidan que es
durante el sueño cuando se consolidan los conocimientos aprendidos durante el
día, por lo que es preferible dedicar menos tiempo al estudio y más al
descanso. Además, es más fácil olvidar lo aprendido durante las últimas horas
del día, por lo que nada de atracones nocturnos.
Todas las partes de tu cerebro importan
Muchos docentes animan a explotar nuestras mejores cualidades. Por
ejemplo, si gozamos de una buena memoria visual, debemos emplearla para
recordar en qué lugar de la página se encuentra la información que habremos de
reproducir en el examen. Sin embargo, los autores creen que se trata de un
enfoque equivocado y que cada disciplina tiene sus propias peculiaridades y,
por lo tanto, debemos utilizar todas nuestras capacidades mentales a la hora de
estudiar.
Fonte: El Confidencial